No nos damos cuenta de que esto nos golpea a todos, porque si nuestra situación está empeorando la de nuestros hijos va a ser peor, desde luego. No solo nos incumbe a mí como estudiante, sino que también al padre que no llega a fin de mes, al obrero que sueña con salir de su trabajo e incluso a los policías que en otras manifestaciones se les va la mano. La educación es algo que engloba a todo el mundo, todos tenemos que recibir una educación y no solo los ricos que tienen dinero para pagar la universidad privada o el colegio privado.
Mi situación no es la de que tenga dinero suficiente para que en mi casa se permitan la subida de las tasas. Con una madre que a sus casi sesenta años está fregando suelos, pues poco margen hay al final de mes si hay que pagar una matricula astronómica. Un dato es que solo el 16,5% de los hijos de clase obrera termina la universidad. A mí este dato me parece indignante pero hay que subir las tasas. En Francia, país con más poder adquisitivo que España, las tasas universitarias son más bajas. Hace un tiempo oí a un tertuliano de Intereconomía decir que en Noruega las becas se dan si se consigue un siete, pero es que allí un siete es como un cinco aquí. En definitiva tenemos una educación pública con el precio de una privada y quieren que los hijos de los que trabajan no estudien así no podrán saber lo que firman y no podrán alzarse ante las injusticias.
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